Crédito y Fotos: José González Cámara

La casa maya tradicional, catalogada entre los especialistas como arquitectura vernácula, forma parte de la identidad de los mayas. Su sentir hacia esos espacios crea, entre la vivienda y el ser humano, una relación tan cercana que inclusive sus “almas” se compaginan.

Sin embargo, diversos factores atentan contra la existencia de ese tipo de casa-habitación, sobre todo desde el lado de la política pública que la considera como un signo de “pobreza”.

La casa tradicional, la xa’anil naj, conformada con materiales vegetales (huano o palma, troncos y bejucos) ha jugado un papel importante en la vida de los pueblos mayas, ya que en ella se desglosa un conjunto de conocimientos con los que se identifican.

Su valor cultural, como la arquitectura, conlleva un cúmulo de saberes que se ha heredado de generación en generación mediante la oralidad y la práctica en la construcción de la misma.
Su principal función ha sido (y es aún) la de unidad habitacional; en la actualidad ha sufrido modificaciones por la presencia de nuevos materiales no naturales en su estructura.

Pero, sin duda, la afectación más grave consiste en su reemplazamiento por la casa occidental de bloques o de pared, como señalan los entrevistados, a causa de cambios socio-económico, políticos y culturales.

¿Cómo conciben la casa maya los habitantes, su respeto, importancia, el uso del espacio y las perspectivas a futuro?

En Yucatán ya no existen muchas casas de huano, la mayoría son de bloques o mampostería y, al parecer, su reemplazo se ha dado de manera acelerada
La casa maya tradicional es un espacio dinámico donde se transmiten e inculcan valores morales; asimismo, es testigo de los aconteceres de la vida humana en el desarrollo de diversas actividades cotidianas –en su interior y en la peculiaridad de los saberes que posee para su edificación–, lo que lo define como un espacio social y funcional.

Doña Hortensia Canul Tun señaló: “en la casa de huano nací, ahí me crecieron, ahí me educaron, me enseñaron a trabajar, me enseñaron lo bueno y lo malo, y seguro ahí moriré, mi querida casa me protege, ahí vivo”.

Esa misma idea se refleja en el comentario de don Silverio Xulux, quien dijo: “Quién sabe cuándo se comenzó a edificar la casa de huano así, sólo sabemos que viene de los abuelos y es un conocimiento antiguo que nos han enseñado”.

Desde niño me acuerdo que, cuando se hace un loj solar, el único que lo realizaba es un jmen, pero hoy en día es distinto …; para proteger tu solar no es necesario hablar a un jmen, hasta tú mismo lo puedes hacer; un domingo ofreces trece jícaras de saka’, se lo entregas a Dios para que te ayude y te vaya bien; pero no es necesario fecharlo para renovarlo, porque si se pasa del tiempo y no se cumple con ello, sólo cuando te des cuenta están sucediendo cosas raras en tu solar y en tu casa, el volver a hacerlo es hasta cuando se piense bien, se tengan los recursos o se le agradezca a Dios de todo lo que nos da “santo gracia”.

Las cosas “raras” a las que se refería don Felipe son, por ejemplo, la muerte de gallinas o animales dentro del solar; que alguna persona “cargue mal aire” o k’ak’as ik’; que se escuchen ruidos extraños, e incluso que la persona que ofreció el saka’. tenga malos sueños.

Doña Valeriana Kantún, de 78 años, nos dijo que “Antes de pasar a vivir en una casa –incluyendo el solar–, tienes que hacer una novena para que sea protegida”.

Don Wilberth Canul, de 38 años, señaló:
“En la tierra todo es sagrado, eso de ofrecer saka’ son sólo caprichos, sólo estás jugando con Dios (ki’ichkelem yuum) y te puede castigar, para qué consagrar un espacio, si cuando se creó el mundo todo fue bendecido por él (tu lojaj láakal yóok’ol kaab)”.

Por otra parte, en la percepción de los habitantes de Tesoco, al ser ocupada una vivienda, el hombre le da a ese espacio construido su alma, y junto con ella le da la vida. De esta manera, aunque muera el dueño, la casa no se destruye, permanece como una manera de rendir respeto en memoria de quien la habitó; sin embargo, la casa pierde su fuerza al no tener alma, se deteriora y se viene para abajo como una revelación de que, cuando muera el propietario, aquella morirá con él aunque poco a poco.

Hoy en día, como parte del proceso de urbanización inducido por el colonialismo y cristalizado por la ausencia de políticas públicas que favorezcan la prevalencia de la xa’anil naj, en Tesoco la mayoría de las casas son de material (bloques) y casi todas de color rojo con blanco

Las ideas negativas hacia la casa maya provienen, sobre todo, de la gente que vierte esos comentarios porque la ve desde afuera, pero para “sentirla”, tal como señaló Luis A. Petul, “es necesario [conocerla] desde la voz directa de nosotros herederos de la cultura y de sangre maya; qué se piensa sobre tener la dicha de habitar en una xa’anil naj ¿es ser pobre o no?”